Pasé la
mayor parte de mi vida laboral (34 años) trabajando para una empresa
multinacional americana; esa larga etapa vista desde hoy,
exceptuando los últimos cuatro años, se pasó sin sentirla:
multitud de nuevos proyectos, múltiples retos y satisfacciones
profesionales, múltiples viajes conociendo a gentes muy diversas; en
resumen y recordándolo hoy con palabras de antaño fue “Un reto
apasionante”.
De la
experiencia, aprendí en esencia dos cosas que quiero mencionar en
este escrito: cada localidad tienen su propio ritmo y, cada idioma
tiene su propia música. Si quieres integrarte pronto en ellos, deberás hacer un esfuerzo para adaptarte tanto al nuevo ritmo, como a la nueva música.
Un día, mi vida cambio radicalmente forzado por la circunstancias, éstas me
obligaron a dejar toda actividad laboral y como única opción, la incapacidad y
la jubilación anticipada. Había sido muy largo el aprendizaje en la vida como para ahora no adaptarme al nuevo papel, por lo que traté de poner en practica todo lo aprendido, como lo haría cualquier buen actor, con la mayor naturalidad posible.
Desde
entonces, mis viajes son mucho más cercanos y previsibles que antaño, mi querida esposa como siempre hizo, prepara las maletas ahora para dos, ella
siempre me acompaña, y abandonamos nuestro dulce hogar para desplazarnos al hospital, donde me administran duras sesiones de quimioterapia.
La nueva
localidad es también diferente y también tiene su propio ritmo, no hay
prisas, el tiempo trascurre muy despacio; cada día tiene su misión, todo está bien planificado por
los más sabios; y es ejecutado sin vacilación por los magníficos
profesionales bajo su mando. Cada grupo conoce y realiza su cometido
con determinación, seguridad y eficiencia. Mi larga experiencia de la vida ya no es requerida, mi papel consiste únicamente en facilitarles su trabajo en la medida de lo posible, no en vano recibe el sencillo nombre de 'paciente'.
Mi última estancia, han sido 18 días ingresado. Uno de los días, después de las sesiones de QT y antes de comenzar los días del Aislamiento; mientras paseaba por las dependencias hospitalarias, al pasar por el control de enfermería, tuve una corta conversación con
dos enfermeras. Laura me indicó que era el cumpleaños de su compañera y esta, una vez que la felicité me dijo: "Hoy cumplo 23 años”, a lo que respondí que
era una bonita edad llena de esperanzas y de futuro, a lo que ella puntualizó: “Me han dicho que la mejor edad de la vida son los 30 años”. Me despedí de ambas y continué mi paseo para retornar al poco tiempo a mi habitación.
Hasta aquí la sencilla anécdota, pero como lo que ahora me sobra es tiempo,
experiencia y ganas de reflexionar, le dí vueltas a la breve conversación y en consecuencia, tras pedir la aprobación por
parte de mi esposa, redacté y entregue a la feliz enfermera el siguiente escrito como regalo de cumpleaños:
“La
vida es un proceso maravilloso, continuo y finito compuesto por grandes eslabones conocidos como años, y otros muchos más pequeños
a los que llamamos días.
Cada día
tiene su razón de ser y su sentido, siendo éste distinto para cada
persona; y es por ello, por lo que a cada humano nos corresponde el
interpretarlo y el aplicarle su importancia y su valor”.
Ha sido
el pensar en nuestra breve conversación de esta mañana, lo que me ha
inspirado la siguiente reflexión que he escrito para ti en la esperanza de que te sea de utilidad, y que resulte de tu agrado:
“El
Pasado es la experiencia que nos facilita el vivir y el disfrutar el
Presente; pero sin descuidar la necesaria planificación, que cada
día debemos realizar para facilitarnos la llegada del Futuro”.
¡¡Feliz cumpleaños Elena!! (11 de Julio
2.012)
A lo
largo de más de 8 años, han sido decenas de viajes a distintos
hospitales de la capital donde siempre me he encontrado en las mejores manos y bajo los
mejores cuidados; es por ello que quiero aprovechar esta anecdota, para publicar mi agradecimiento a todo el Personal que trabaja en los Hospitales, y que hacen más llevadera y agradable la estancia tanto de los
enfermos como de los familiares. No solo me siento alentado por mi ya larga y grata experiencia; sino por la que fue contada por el hombre más brillante de nuestras letras hispanas en
el Capitulo 58 de su gran obra, cuando escribió sobre el Agradecimiento:
“...si yo no puedo pagar las buenas obras que recibo con otras obras, pongo
en su lugar los deseos de hacerlas; y cuando estas no bastan las
publico; porqué quien dice y publica las buenas obras que recibe,
tambien las recompensaría con otras si pudiera..." (M. de Cervantes)
Además del reconocimiento y público agradecimiento demostrado cada día su gran vocación y amor por el prójimo, quiero también recordar aquí las palabras
de otro sabio universal del pensamiento, con las que seguramente todos ellos se sentirán plenamente identificados y reconfortados:
“Solamente
una vida dedicada a los demás merece ser vivida” (A. Einstein)
Quiero cerrar este sencillo escrito mencionando de manera muy especial a todo el
colectivo de enfermeras, que como ya he comentado con ellas en más de una
ocasión, los ángeles existen, y es a ellas a las que con mayor justicia corresponde ser reconocidas
socialmente con el merecido calificativo de: “Ángeles Terrestres”.
Un
fuerte y cordial abrazo para todos.